Colombia: duro golpe para las FARC
El ejército colombiano libera a Ingrid Betancourt
03/07/2008
Al cierre de esta edición se confirmaba la liberación de la ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt, junto a 3 contratistas norteamericanos y otros 11 rehenes militares que se encontraban en poder de las FARC. Según el ministro de Defensa, el Ejército había logrado “infiltrarse” al interior de los frentes donde se encontraban los rehenes que fueron rescatados por militares colombianos, probablemente con ayuda de la inteligencia y el gobierno norteamericano que salió a festejar la liberación de los rehenes como un triunfo propio, el mismo día que el candidato republicano McCain visitaba Colombia.
Una operación de este calibre, no hace más que desnudar la profunda debilidad en que se encuentran inmersas las FARC que vienen de sufrir una serie de duros reveses en el último periodo (ver LVO 279). A la muerte de su histórico líder, Manuel Marulanda, y el asesinato de varios de sus principales dirigentes, vino a sumarse en las últimas semanas las declaraciones de los presidentes de Venezuela y Ecuador contra las FARC. El discurso de Chávez en el que llamaba a la organización guerrillera a dejar las armas “a cambio de nada” y entregar a todos los rehenes de forma unilateral, no solo significó un giro de 180 grados en la política del gobierno venezolano (que venía de pedir que se reconozca a las FARC como fuerza beligerante), sino que ocurre en una de las peores situaciones en la historia de la guerrilla colombiana. La liberación de Ingrid Betancourt tras 6 años de cautiverio, que al llegar al aeropuerto militar de Bogotá reivindicó al gobierno de Uribe y el rol de las FFAA, no significa más que un profundo debilitamiento de la capacidad de maniobra y negociación de las FARC que presentaban a la ex candidata presidencial como su principal carta de reaseguro en el proceso de un hipotético canje humanitario.
Esta nueva situación podría generar tensiones al interior de las propias FARC, sobre todo teniendo en cuenta que el gobierno colombiano podría mantener la “colaboración” de Francia y Suiza (en contraste con los anteriores “mediadores”, Chávez y Piedad Córdoba) pero luego de la liberación de Betancourt, poniendo el eje en la desmovilización de las FARC y reivindicando la política de “seguridad democrática” que incluye la liberación militar de los rehenes en manos de la guerrilla por sobre la de un canje humanitario. Este es un nuevo golpe a las FARC que se suma al asesinato de importantes dirigentes como Raúl Reyes e Iván Ríos, a manos del ejército colombiano, armado hasta los dientes por Estados Unidos en el marco del Plan Colombia, que viene librando una verdadera “guerra sucia” con métodos de terrorismo de Estado contra las FARC.
Al cierre de esta edición, Uribe realizaba una conferencia de prensa, rodeado de los rehenes liberados y de los altos mandos militares, reivindicando el rol de las FFAA genocidas dando muestras que piensa llevar adelante la política que ya había “ofrecido” a las FARC hace unas semanas sintetizada en la “propuesta”: “Si no negocian, los exterminamos”.
En el plano interno, el gobierno de Uribe va a saber aprovechar la liberación de Betancourt para “inflar” aún más su popularidad y fortalecer la figura presidencial en el marco de la crisis institucional que vive el país. Uribe había ganado un poco de oxígeno en el escándalo de la parapolítica luego de extraditar a varios de los principales jefes paramilitares para que sean juzgados en EE.UU. Sin embargo, la crisis pegó un nuevo salto en las últimas semanas cuando la Corte Suprema de Justicia (CSJ) anunció que podría invalidar las elecciones de 2006 con las que Uribe consiguió la reforma constitucional que habilitó su reelección, por haberse demostrado completamente fraudulentas, luego de que una ex congresista declarara que había sido “coimeada” para votar por la reforma. Frente a esta situación, que podía dejar al gobierno de Uribe colgando de un hilo, el presidente colombiano anunció descaradamente un referéndum para convalidar su mandato a pesar de las acusaciones. Aprovechando su alta popularidad y los importantes triunfos tácticos sobre las FARC, Uribe pretende fortalecer al máximo su figura mientras el resto de las instituciones a su alrededor se desmoronan. Es en este sentido que las editoriales de los principales diarios llamaron a una salida “consensuada” para evitar seguir degradando las instituciones burguesas. En última instancia la escalada en la crisis política no se trata más que de una pelea entre las camarillas y mafias que están enredadas hasta el tuétano en el podrido aparato estatal colombiano. Por este motivo no es de sorprender que Uribe acuse a la CSJ de estar infiltrada por “paras y guerrilleros” pues su propio gobierno se erigió sobre un acuerdo con narcos y paramilitares, que hoy pueden generar fricciones luego de la decisión de Uribe de extraditar a EE.UU. a algunos de los principales cabecillas.
Los próximos días serán claves para entender el impacto que tendrá la liberación de Betancourt y el resto de los rehenes tanto para el curso de la crisis política en el seno de las instituciones burguesas, como para el derrotero que seguirán las FARC ante lo que se constituye como un verdadero revés para esta organización y una verdadera muestra de hacia donde conduce la estrategia del reformismo armado que mantienen hace cuatro décadas.