EL PAIS - 12-04-2011
Francia acusa a la OTAN de "no hacer lo suficiente" en Libia
12/04/2011
JUAN MIGUEL MUÑOZ / AGENCIAS | Bengasi (Enviado especial) /
Francia quería liderar las operaciones militares internacionales para derrotar a las fuerzas del coronel Muamar el Gadafi en Libia pero la comunidad internacional decidió que la OTAN era quien debía asumir el mando de las intervenciones. París aceptó, pero hoy su ministro de Exteriores, Alain Juppe, se ha mostrado insatisfecho con el trabajo de la Alianza Atlántica, que cree que "no está siendo suficiente": "La OTAN debe desempeñar su función completamente. Quería tomar el liderazgo y le dejamos, pero tiene que hacerlo integralmente, lo que significa impedir que Gadafi utilice armamento pesado para bombardear a civiles". Juppe se refería sobre todo a la ciudad de Misrata, que lleva sitiada unas seis semanas y está siendo intensamente bombardeada. Su acusación apoya a la que hicieron los rebeldes la semana pasada cuando también pidieron más contundencia a la Alianza Atlántica. El titular de Exteriores francés también ha aprovechado para criticar a la UE y pedirle que ya que no quiso comprometerse militarmente, al menos considere prioritario intensificar la ayuda humanitaria.
El titular de Exteriores británico, William Hague, también cree que "la OTAN debe intensificar sus esfuerzos en Libia para proteger a los civiles", pero a diferencia de Juppe, su opinión suena más como una autocrítica, como miembro activo de la Alianza que es. "Por eso [por la necesidad de mantener e intensificar los esfuerzos] el Reino Unido ha suministrado más aviones capaces de alcanzar objetivos en el suelo que amenazan a la población civil. (...) Por supuesto sería de apreciar si otros países hicieran lo mismo", ha sugerido.
Musa Kusa, el exministro de Exteriores libio que abandonó a Gadafi y huyó a Londres el 30 de marzo, ha advertido de que si las partes no lo evitan, el conflicto derivará en una guerra civil y terminará como una "nueva Somalia". Otro ministro francés, Gérard Longuet, titular de Defensa, ha dicho sin embargo a un periodista de radio Europe 1 que la situación "va a ir deprisa ahora", en respuesta a si la guerra podría durar todavía semanas o meses. Kusa, que cree que la solución debe venir de los dos bandos libios y no de fuera, les ha pedido a sus compatriotas que impidan una guerra civil y ha declarado a la BBC que no está en contacto con el Gobierno del coronel. Desde Trípoli, el ministro de Asuntos Sociales, Ibrahim Zarouk, no ha querido comentar las declaraciones del desertor de mayor rango de los que han abandonado a Gadafi. "No haré comentarios sobre nada de lo que diga mientrás esté capturado en un país hostil", ha dicho Zarouk, que ha manifestado a la prensa sus dudas sobre cómo llegó Kusa a Reino Unido: "¿Cómo saben ustedes cómo se fue? Quizás fue secuestrado".
Simultáneamente al coro de voces de los ministros de Exteriores de Reino Unido, Italia y Estados Unidos, que exigían ayer a Gadafi que renuncie al poder, una delegación de la Unión Africana (UA) se esforzaba por arrancar a los rebeldes libios un acuerdo de alto el fuego. La iniciativa estaba abocada al fracaso. Hoy, la UA les ha pedido "más cooperación", mientras Gadafi, horas después de reunirse con los dirigentes africanos -encabezados por el presidente sudafricano, Jacob Zuma- y tras aceptar una iniciativa de alto el fuego, retomó los bombardeos en Misrata. Y aseguran los sublevados que, por primera vez, con cohetes Grad. La propuesta no podía prosperar porque contemplaba un proceso de transición política sin exclusión del autócrata y de su familia. Inaceptable para el Consejo Nacional, el organismo que gobierna el oriente de Libia y que desde el primer día rechaza de plano componendas con el régimen. "El plan de paz está desfasado", afirmó Mustafa Abdelyalil, presidente del Consejo.
La OTAN, que advirtió que continuará la campaña militar, no cree las promesas de tregua de Gadafi, que el domingo dijo aceptar el plan de paz de la Unión Africana. Tres veces ha anunciado un alto el fuego que nunca respetó. En Misrata, donde según Unicef han muerto 20 niños y bebés por heridas de metralla en el último mes y medio, los soldados libios lanzaron cohetes no disparados hasta ayer. Amala Bayou, profesora universitaria, es una de las 3.000 personas que se congregaron ante el hotel donde representantes de los rebeldes conversaban con los presidentes africanos. "Llevaos a Gadafi", rezaba una pancarta. "Muamar entiende la democracia de una manera curiosa. Para él es ’democarazi’. Carazi significa silla en árabe, y así quiere al pueblo, sentado en una silla. Y mudos", explica Bayou.
Los rebeldes han informado de que tres de los suyos han muerto en combates con las fuerzas de Gadafi entre Brega y Ajdabiya, donde ayer los bombardeos de la OTAN lograron detener la ofensiva de las tropas leales a Gadafi. Las fuerzas de los alzados contra el régimen han tomado posiciones a 40 kilómetros al oeste de esta crucial plaza, última gran población que precede a Bengasi.
Promesas de reformas con nula credibilidad y legitimidad
Muchos libios se burlan de los anuncios de la promulgación de una nueva Constitución, como proclamó el domingo Mohamed Zuai, jefe del Congreso General del Pueblo, un organismo cuya similitud con un Parlamento es mera coincidencia. Resultaban también chocantes las palabras del viceministro de Exteriores, Jaled Kiam, que aseguró: "Hay gente que no está interesada en una reforma. Solo quieren poder y riqueza, pero no una Constitución". No bastaron 41 años para que el régimen emprendiera esa senda. Es tarde para Gadafi y su hijo Saif al Islam. Sus mensajes parecen más bien destinados a oídos extranjeros que a sus compatriotas. Porque a estas alturas, ambos carecen de legitimidad para acometer reforma política alguna. Los insurrectos pretenden fundar un sistema institucional tras cuatro décadas de tierra quemada en el ámbito político.
Algunas monarquías árabes -Marruecos y Jordania- han permitido, aunque persistan líneas rojas infranqueables, cauces de expresión popular y que partidos políticos trabajen abiertamente. También en las republicas egipcia y tunecina, aunque con límites asfixiantes, se autorizó la participación política por fraudulentas que fueran sus elecciones. Existen canales en estos países, por frágiles y desorganizados que sean, para preservar cierta estabilidad. El caso libio, a semejanza de su desconcertante líder, es particular. No hay partidos, ni organizaciones civiles, ni teatros, ni cines. Hasta un estadio de fútbol fue demolido en Bengasi cuando un club de la ciudad comenzó a adquirir notoriedad. Gadafi se esforzó por suprimir toda conciencia social y colectiva, especialmente en Cirenaica. Incluso el árbol de la plaza Shasara, un símbolo de la capital de la rebelión, fue segado.
"Aquí tenemos una ventaja", ironiza Mohamed, médico formado en Estados Unidos, "será más sencillo romper con el pasado porque no existen instituciones que puedan ser utilizadas por los dirigentes actuales. Partimos de cero". Es más, el Consejo Nacional -como ocurriera en Egipto y Túnez- exige que el dictador rinda cuentas por sus crímenes y por el saqueo de recursos públicos. Sin embargo, ese vacío institucional es un riesgo al que apuntó Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN: "La Alianza no tiene constancia de que Al Qaeda desempeñe un papel significativo. Pero si el conflicto termina en estancamiento, Libia podría convertirse en un Estado fallido que sea semillero de terroristas". El rompecabezas se complica porque la OTAN insiste en que la solución no puede ser exclusivamente militar.
Los puntos clave del alto el fuego de la UA
– Alto el fuego inmediato. La hoja de ruta diseñada por la Unión Africana prevé el cese de las hostilidades entre las partes y reclama a la OTAN que suspenda los ataques aéreos.
– Protección de los extranjeros. El acuerdo propuesto por la UA exige garantías acerca de la protección de ciudadanos extranjeros. Inmigrantes han sido sometidos a violencia y maltrato.
– Promoción de un diálogo. El plan contempla la puesta en marcha de una negociación política entre las partes.
– Asistencia humanitaria. La propuesta de la UA reclama libre acceso al territorio libio para las organizaciones humanitarias.