Articulo escrito en base a un informe de Vale Disamistade

“El repositor no tiene miedo” es el eslogan que se levantó durante la jornada de lucha contra IKEA el 26 de julio. La acción fue organizada por dos sindicatos de base: S.I. Cobas y ADL Cobas. Esta campaña contra el gigante de la venta de muebles y artículos para el hogar se inscribe en una historia de luchas en el sector de logística, que viene desde los piquetes en la puerta de los depósitos de la compañía Bennet en Origgio en 2008. A lo largo de esta lucha, los trabajadores precarizados del sector se enfrentaron a patronales de envergadura como TNT y DHL, en demanda por mejores condiciones de trabajo y aumento de salario.

El trabajador de logística

El sector de logística en Italia está fuertemente tercerizado, lo que permite que las empresas contratistas impongan condiciones de trabajo mezquinas y salarios por debajo de la media, sin que ello implique un costo para la compañía que las contrata, el verdadero empleador. La particularidad de este sector en Italia es que las empresas contratistas son cooperativas. El sistema de explotación se encuentra aún más acentuado por el hecho de que la mayoría de los trabajadores del sector logística son inmigrantes, la porción más vulnerable de la clase trabajadora, que debe enfrentar la segregación institucional. La ley “Bosni-Fini” aprobada en el año 2001 exige a los inmigrantes un contrato de empleo como requisito para mantener su permiso de residencia. De esta forma, están subordinados a la voluntad de la patronal.

La lucha de IKEA Piacenza

Como sucede en general para todo el sector, los empleados de IKEA en Piacenza son en su mayoría inmigrantes, y contratados por el consorcio de cooperativas CGS. En octubre de 2012 comenzaron una huelga por aumento de salario y por una distribución más equitativa del trabajo. La respuesta de IKEA y CGS fue una combinación de sanciones y amenazas de suspensiones, traslados y despidos. Así, 107 trabajadores fueron despedidos. Luego de meses de lucha, todos los trabajadores fueron reinstalados en sus puestos de trabajo en enero de 2013. Pero IKEA se iba a quedar con la sangre en el ojo: en mayo de este año 33 de los trabajadores sindicalizados y más activos fueron suspendidos, y más tarde 24 fueron despedidos. En este contexto es que SI Cobas y ADL Cobas llaman a un día nacional de solidaridad para el 26 de julio. La campaña obtuvo el apoyo de otros sindicatos, agrupaciones estudiantiles y medios alternativos, lo que permitió organizar concentraciones en 13 ciudades, extendiendo la solidaridad fuera de Italia, con protestas en Córdoba (España), Berlín, Hamburgo y Viena.

La posición de IKEA no ha cambiado con la jornada de lucha, pero los trabajadores no están dispuestos a ceder, y ven la lucha de IKEA Piacenza como una lucha testigo para el resto de los trabajadores de la multinacional en otras ciudades y países. Y no sólo eso: Piacenza es un polo comercial estratégico que le da a IKEA acceso al mercado en el área Mediterránea. Por esto, a pesar de las amenazas de relocalizar el depósito luego de la huelga de 2012, no hubo ningún movimiento. En cambio, otras compañías transnacionales se localizaron en la zona (Amazon y Whirlpool). Es que la movilidad del capital que caracteriza al capitalismo globalizado tiene un límite: para poder asegurar el flujo y la colocación de las mercancías en los distintos mercados se necesita una red de logística, que toma la forma de transporte y depósitos. Éstos últimos constituyen la contraparte fija –en términos espaciales- del capital. Allí están los trabajadores de IKEA atacando al gigante multinacional en su punto de apoyo.

El apoyo de los trabajadores de Lear y los diputados del FIT

Los trabajadores de Lear Argentina, la comisión de mujeres de Lear en lucha y los diputados del PTS en el Frente de Izquierda de Argentina también hicieron llegar su solidaridad a los trabajadores en lucha de IKEA Piacenza, y levantaron una consigna común: “Todos adentro”. Este acto de solidaridad internacional fue respondido con un saludo similar, por parte de los trabajadores italianos, que enviaron su solidaridad con los trabajadores en lucha de Lear Argentina. (ver fotos)

Ante la expansión de las corporaciones multinacionales que parece no tener límites -y frente al poder de un capital que trasciende fronteras- la solidaridad internacional de la clase trabajadora es el único camino para triunfar en la lucha. Los gestos de solidaridad son un primer acercamiento que podrá dar lugar a actos de solidaridad más concretos en distintos puntos de una cadena de producción que en muchas industrias se ha internacionalizado. Los límites territoriales sirven para dividir a la clase trabajadora: incentivando el patriotismo, la burguesía intenta agrupar al proletariado de su lado contra sus hermanos de clase trabajando en otros países y contra los inmigrantes trabajando en el mismo suelo. La solidaridad internacional de clase es un requisito fundamental para romper las cadenas del nacionalismo, identificar a nuestro verdadero enemigo de clase, y llevar la lucha hasta el final.