Tras dos semanas de protestas callejeras, el primer ministro rumano Emil Bloc, debió renunciar el lunes 6 de febrero ante el presidente Traina Basescu. Éste se apresuró a nombrar en su reemplazo al jefe de los servicios secretos, Mihai Ungureanu, quien se declaró “de derechas” y se comprometió a mantener el plan de su antecesor. Deberá hacer frente, sin embargo, a la mala situación de la economía (pese a un modesto crecimiento del 1,5% en 2011), un creciente malestar social y al comienzo de un ciclo de protestas que revelan la indignación popular ante las medidas de austeridad, la miseria, la corrupción y el autoritarismo del gobierno.

Rumania, con sus 21 millones de habitantes es uno de los países más pobres del Este de Europa. En 1989 un levantamiento de masas derribó a Ceacescu y desbarató el régimen de partido único de corte stalinista. Pero los gobiernos posteriores lanzaron al país de cabeza a la restauración capitalista con desastrosas consecuencias para la población: empobrecimiento generalizado, cierre de industrias y minas, privatizaciones, desocupación, emigración masiva y el reinado de camarillas corruptas y mafias de todo tipo. Las grandes huelgas de los mineros en 1999 fueron derrotadas y los “demócratas” restauracionistas prosperaron con el saqueo de los despojos de la economía nacionalizada y la apertura a las transnacionales, mientras un 41% de los rumanos se hunde en la pobreza.
Rumania es hoy uno de los países de la periferia oriental de Europa más golpeados por la crisis y si bien ingresó formalmente a la Unión Europea en 2007, el plan de adoptar el euro en 2014 (sigue en uso la moneda nacional, el Leu) está cuestionado por la actual crisis europea y la propia situación rumana. Es frecuente que los economistas comparen el caso rumano con el de una Grecia en virtual bancarrota.

Ajuste a la rumana

Ante la dura recesión de 2009 (que significó una caída del 7% del PBI, una devaluación y la pérdida de 440.000 empleos), el gobierno pactó un “plan de rescate” en varios tramos con el FMI. El Fondo comprometió préstamos por un total de unos 20 mil millones de Euros a cambio de un conjunto de durísimas medidas de ataque contra los trabajadores y el pueblo. Entre ellas, recorte a derechos laborales como las convenciones colectivas de trabajo, una baja del 25% de los salarios de los empleados públicos (hubo casi 200.000 despedidos hasta ahora) y la rebaja de un 15% en las jubilaciones, subir la tasa del IVA del 19 al 24% y otras. A pesar de protestas y paros como la huelga general de mayo de 2010 (débilmente convocada por la dirección sindical) el plan se mantuvo.

Pero la duración y profundidad de la crisis terminaron alimentando un profundo descontento popular y minando la solidez del gobierno. El gobernante PDL (Partido Demócrata Liberal) se ha desacreditado al punto de tener sólo un 11% de apoyo cuando comienza un año electoral (las elecciones generales serán en noviembre).

Como explica Philipe Alcoy en una nota en la web de la CCR-4 (http://www.ccr4.org) corriente interna del NPA en Francia:“Paralelamente a estas medidas contra las clases populares, el gobierno rumano mostró cuáles son los intereses que defiende: ‘Con un salario mínimo de 158 Euros por mes, un salario medio que no pasa de los 350 Euros y pensiones de hambre, las clases medias y populares sienten haber pagado lo esencial del plan de rigor. Las clases acomodadas, consideradas como las beneficiarias del sistema, finalmente no vieron aumentar sus impuestos (el impuesto a las ganancias rumano tiene una tasa única de 16%)’ (Le Monde, “En Roumanie, manifestations contre l’austérité, les privatisations et le gouvernement”, 17/1/2012). Para aplicar esas medidas antipopulares ha recurrido 14 veces en dos años a un procedimiento de urgencia que le permite adoptar leyes sin debate en el Parlamento. Este método bonapartista, de ‘período de crisis’, representa una violación clara de las reglas más elementales de la democracia burguesa. Es por eso que los manifestantes denuncian como ‘régimen autoritario’ al del presidente Basescu.” (http://www.ccr4.org/Debut-de-contestation-sociale-sur )

El “invierno del descontento”

Si bien el malestar se venía extendiendo ante la crisis económica y las duras medidas y a lo largo de 2011 hubo manifestación de “indignados” en Rumania, el detonante visible de la actual oleada de protestas fue el ataque de Basescu a un alto funcionario de salud que resistía el plan de privatización de los servicios de urgencia. El 12 de enero se convocó a algunas demostraciones en su apoyo pero la protesta tomó dinámica propia, se expandió a decenas de localidades y sumó consignas contra la falta de trabajo, los recortes en los servicios sociales, el costo de vida, la corrupción y la represión. En Bucarest tomó como centro de referencia la simbólica Plaza de la Universidad, bloqueando calles con llantas incendiadas y produciéndose repetidos choques con la policía. La promesa de revisar las medidas en salud y la reposición del Dr. Arafat no fueron suficientes para calmar el movimiento. A pesar de la represión policial que dejó decenas de heridos y cientos de detenidos, y del intenso frío invernal, las manifestaciones continuaron. El insulto de Bloc a los manifestantes por twitter llamándolos “gusanos” fue la gota que colmó el vaso e impuso su renuncia para evitar que la indignación diera un salto en las movilizaciones.

Sosteniendo al plan de austeridad

La renuncia de Bloc intenta servir de “válvula de escape” para evitar una escalada en las movilizaciones, pero el plan del régimen y sus partidos es mantener la política de ajuste. La coalición opositora USL (Unión Social Liberal) de Victor Ponta se perfila como alternativa electoral, pero si bien critica al gobierno, ya ha anunciado que respetaría los acuerdos con el FMI. Fiel a la defensa del régimen, saben que si bien las manifestaciones no fueron masivas, en la sociedad rumana se incuban explosivas contradicciones, e hicieron lo posible por impedir su desarrollo. La USL intentó evitar que sus simpatizantes de base convergieran con las manifestaciones y por ayudar a mantener la estabilidad gubernamental ante la crisis. Su vocero Crin Antonescu, explicó con total claridad la política que le planteó al gobierno en una reunión: “Sí, estoy de acuerdo con ustedes que la prolongación de las protestas sociales afecta a la economía rumana . !Hay que ponerle fin! Ustedes tienen dos posibilidades: hacerlo con los gendarmes, o hacerlo con las urnas. Yo les propongo las urnas” (Radio Romania International, “Pacto social vs. elecciones anticipadas”, 25/01/12, citado por Philipe Alcoy). Es decir, canalizar el descontento por vía electoral garantizando que si asumen el recambio, mantendrán el plan.
Para esta política, la clase dominante y sus partidos contaron con la inestimable ayuda de la burocracia sindical, que así como dejó pasar las medidas desde 2009 sin un verdadero plan de los trabajadores para enfrentarlas, ahora no movió un dedo para unificar y desarrollar las protestas hacia una huelga general.

Es posible derrotar al gobierno y su plan

Por lo pronto, el alejamiento del “primer ministro del ajuste”, Emil Bloc, fue un primer éxito de las manifestaciones. Desde este punto de vista, es posible ver en la caída de Bloc síntomas de disposición popular a resistir los ataques, contrastando con el giro a la derecha que venía primando en varios de los países del este europeo afectados por la crisis, como Hungría y los países bálticos.
Está por verse si el cambio de rostros en el gobierno y la proximidad de las elecciones descomprimirán el descontento temporalmente, o si el clima de agitación social ha venido para quedarse y avanzar por el camino que tienen planteado los trabajadores, la juventud y el pueblo rumanos: la movilización hasta derrotar al gobierno y el plan de ajuste impuesto por el FMI y la Unión Europea.

06/02/2012