Chile: la movilizacion más grande desde 1972
Pisan las calles nuevamente
01/06/2006 La Verdad Obrera N° 189
600 mil estudiantes se movilizan. El Paro Nacional de secundarios cuestiona el neoliberalismo.
El Paro nacional secundario del martes 30 de mayo fue una verdadera demostración de fuerzas. Ya se habla de la manifestación más grande en décadas, con 600.000 estudiantes movilizados en todo Chile, más de 250 colegios con paros activos y marchas en Santiago y las principales ciudades del país y asambleas espontáneas. La jornada sumó el apoyo de las federaciones universitarias, el Colegio de Profesores, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), los Centros de Padres y Apoderados. A pesar de su enorme masividad e importancia, sin mediar ninguna razón, los carabineros provocando a los estudiantes desataron una feroz represión que culminó con más de 700 detenidos. Aunque sigue la misma línea de represión que el gobierno de Bachelet desató durante el 1° de mayo y las luchas de los sin casa y en solidaridad con los mapuches de principios de año, esta vez concitó el rechazo de todos los sectores, aun los más reaccionarios, concluyendo en la destitución de los jefes policiales. Como declaró una estudiante, “los Carabineros ven un estudiante y sienten odio”.
Durante el mismo día comenzó la mesa de negociación entre el gobierno y los 38 dirigentes de la Asamblea de Estudiantes Secundarios (AES) y dirigentes regionales, que se congeló hasta el 31 de mayo, cuando se volvería a negociar, de acuerdo al mandato de la Asamblea, aunque se había adelantado el piso mínimo: que el boleto escolar y la prueba de ingreso a la Universidad sean gratuitas. Una jornada de lucha impensada poco tiempo atrás y que está conmoviendo el panorama político chileno.
El paro nacional secundario es la culminación de más de un mes de luchas que comenzaron con movilizaciones, tomas de colegios y paros estudiantiles.
Se originó por demandas económicas (gratuidad del boleto escolar y el examen de ingreso a la Universidad, etc.), y avanzó rápidamente a demandas políticas como la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) que rige todo el sistema educativo, y garantiza el negocio de la educación, la política neoliberal que impuso a sangre y fuego la dictadura de Pinochet y que conservó en estos 17 años: la Concertación.
El movimiento secundario de lucha comienza motorizado por los altos ingresos fiscales adicionales debido al alto precio del cobre, pintando en sus carteles que mientras “el cobre está por el cielo, la educación está por el suelo”. Su causa profunda es la enorme desigualdad que provoca la política neoliberal, con estudiantes de primera, llenos de privilegios, y estudiantes de segunda, condenados a una educación degradada en todos los sentidos. Para dar sólo un ejemplo: por cada $30.000 chilenos que se destinan para la educación de los estudiantes más pobres, se gastan $180.000 para los más ricos.
Los estudiantes lograron un primer triunfo al cuestionar por primera vez el neoliberalismo en la educación. Esto ha significado ya una primera derrota para el reciente gobierno de Bachelet que retrocedió de sus intenciones originales de acallar la lucha secundaria. Ahora, los recibe en mesas de negociaciones, y se ve obligado a cumplir parcialmente las demandas económicas, ofreciendo en principio la gratuidad del pase escolar y la prueba de ingreso a la universidad para los sectores medios y bajos. La heroica movilización estudiantil ha instalado el debate nacional sobre la necesidad de terminar con el negocio de la educación, asestando un golpe al neoliberalismo en Chile, donde es rey y señor.
El rápido avance de la discusión política nacional se apoya además en que este movimiento se sostiene en un organismo de lucha con métodos cercanos a la democracia directa estudiantil, en la AES: “En la actual asamblea participan 90 centros de alumnos, cada uno con 4 representantes con derecho a voto, y todos los que quieran participar y emitir su opinión (...) (con carácter de) voceros revocables (...) (que explican que) nuestro rol es transmitir lo que decide la asamblea, de acuerdo a las resoluciones que se toman en las bases de cada colegio.” (La Nación, Chile, 28/5). Sus mayores límites están en que son métodos para la organización y discusión, pero no son resolutivos, no obligan a nada: “cada presidente de centro de alumnos es autónomo y tiene la última palabra” . Y sus principales dirigentes, de las juventudes de la Concertación y del Partido Comunista, van entrando en la política de desvío parlamentario que ha comenzado a poner en movimiento.
Es tan grande el retroceso que para terminar con el negocio de la educación es necesario terminar con la premisa que asegura la libertad de enseñanza por sobre el derecho a la educación legislado en la LOCE, y por volver a garantizar una educación pública con responsabilidad y administración del Estado. Pero este cuestionamiento del neoliberalismo en la educación no sólo quiere ser desviado hacia el Parlamento, gestando un gran acuerdo nacional que incluya a la Concertación, la derecha, la Iglesia y los empresarios de la educación. También quiere ser desviada a un supuesto choque entre este Estado y los privados. El reaccionario diario El Mercurio (30/5) señala que “el movimiento ha llegado con mucha rapidez a politizarse, y las consignas que favorecen un mayor centralismo estatal amenazan, precisamente, al sector particular de la educación”. Esto ocultaría un hecho claro: la alianza del Estado con los empresarios (mientras el 92% de los estudiantes asiste a un colegio municipal o subvencionado, apenas 35% del presupuesto del Ministerio de Educación se destinaría a la educación pública).
Los trotskistas de Clase contra Clase planteamos la necesidad de enfrentar este desvío parlamentario y el gran acuerdo nacional, y sin depositar ninguna confianza en los parlamentarios de los Bachelet, los Lagos, los Piñera y los Longueira, todos defensores de la educación de mercado, luchamos porque la AES convoque a un Encuentro Nacional para formar una Federación Unitaria de Estudiantes Secundarios para fortalecer y llevar hasta el final la lucha por terminar con el negocio de la educación y derogar la LOCE, luchando por un nueva Educación Nacional Unificada, Pública y Gratuita. Al mismo tiempo que planteamos la necesidad de convocar a un Congreso Nacional Educativo de los estudiantes y trabajadores de la educación, resolutivo y basado en la democracia directa con delegados elegidos en asamblea, con mandato y revocables.
El aumento de los ingresos fiscales ya había alentado las luchas de enero de los trabajadores mineros subcontratados (precarizados), los más explotados de este sector estratégico del proletariado chileno, este proceso aún continúa subterráneamente, planteando la posibilidad y la necesidad de agrupar las fuerzas del movimiento estudiantil detrás de las fuerzas de la clase trabajadora, cuando va en aumento la actividad de la lucha de clases.