Elecciones presidenciales en Colombia
Santos, el heredero de Uribe, y Mockus, de centroderecha, pasan a la segunda vuelta
03/06/2010
El domingo 30 de mayo, en las presidenciales colombianas, Juan Manuel Santos, candidato del “Partido de la U” y “caballo del comisario” uribista, salió primero con el 46,5% de los votos, mientras que Antanas Mockus (del Partido Verde) logró apenas un 21,5%, según datos provisionales, por lo que deberán ir a una segunda vuelta.
A las urnas asistió menos de la mitad de los potenciales votantes, con lo que a pesar del leve aumento en el porcentaje de votantes respecto a 2006, la baja participación histórica del pueblo colombiano, expresión de su virtual exclusión política de hecho (sólo votaron unos 14 millones mientras que formalmente podrían votar 30 millones). Es que el régimen colombiano es uno de los ejemplos más escandalosos de las “democracias degradadas” neoliberales, sometidas al imperialismo y blindadas por un “Estado autoritario” y una fuerte represión, donde los mecanismos antidemocráticos, clientelares y fraudulentos del régimen, con ayuda de los medios empresariales de comunicación y los aparatos partidarios burgueses aseguran un férreo control político en función de los intereses de la oligarquía y el imeprialismo.
La prensa burguesa dice que fueron “elecciones tranquilas” ya que no hubo como en otras acciones de la guerrilla, pero se dieron en condiciones de fuerte militarización en amplias regiones del país y mientras grupos paramilitares continuaban con sus habituales asesinatos: por ejemplo, según denuncia el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) el 19 de mayo fue ejecutado el líder campesino y defensor de los DD.HH. Rogelio Martínez por un “grupo de encapuchados que vestían de negro”.
El candidato continuista
Santos, fue la mano derecha de Uribe como Ministro de Defensa y representa la continuidad del uribismo, esto es, de su programa de represión permanente y militarización llamado “seguridad democrática”, de la impunidad del paramilitarismo y las violaciones a los derechos humanos en nombre del combate a la guerrilla, de la superexplotación y precarización laboral y de la entrega al imperialismo, incluida la presencia directa de militares norteamericanos en las bases concedidas al Pentágono y como “asesores” del Ejército colombiano.
Mockus, el verde
Por otra parte, Antanas Mockus, visto como ajeno a la clase política tradicional por algunos sectores y que levantó algunas banderas legalistas y anticorrupción, puede haber capitalizado cierto descontento con las viejas expresiones partidarias, aunque estuvo muy lejos de los vaticinios de las encuestas para el candidato del Partido Verde.
Mockus está ligado a importantes intereses empresariales, su proyecto no va más allá de una centroderecha “legalista” y se subordina a los “logros” de Uribe en la “seguridad democrática”, la política contra la guerrilla, el mantenimiento de los acuerdos militares con EE.UU. y las garantías para el capital extranjero. Sin representar una alternativa al uribismo, y sin el aparato y los apoyos de Santos, parece poco probable que pueda imponerse en la segunda vuelta.
La izquierda del régimen
En cuanto a Gustavo Petro, candidato del Polo Democrático Alternativo quedó relegado a un 4° lugar alejado, detrás del derechista Cambio Radical y con un 9,16% de votos, aunque obtuvo buenas votaciones en algunos municipios, como en Sucre (región del cauca) y otros. Esta coalición centroizquierdista apoyada por el Partido Comunista, el maoísta MOIR y otras fuerzas, capitula completamente al régimen. Su programa “por la soberanía nacional, por la paz, la democracia y la justicia social” se enmarca en la “construcción, defensa y consolidación del Estado Social de Derecho”; la aspiración por hacer “realidad los postulados básicos la Constitución de 1991” (www.polodemocratico.net), es decir, no pretende desafiar los marcos de lo aceptable para la clase dominante y se limita a proponer limitadas reformas dentro del orden burgués vigente.
Contradicciones del post uribismo
Hoy Santos es el favorito en los pronósticos de la segunda ronda y posible nuevo presidente, y la mayor parte del Partido Conservador y otras expresiones políticas del régimen le están sumando apoyos. Parece poco probable que Mockus pueda superarlo.
Sin embargo, Santos ya debió hacer un llamado a la distensión y a la mejora de relaciones con Venezuela (las relaciones están congeladas y las ventas a este país, tradicional mercado para los empresarios colombianos, han caído un 70% ) y Ecuador y hasta habló de “gobierno de unidad nacional”. Es que pese al triunfalismo electoral, el sucesor de Uribe no tendrá todas las cartas a su favor y en momentos en que se agudiza la crisis mundial, el “modelo” neoliberal y de extrema apertura al capital extranjero puede desnudar las enormes contradicciones económicas y sociales en que se asienta.
La desmesurada corrupción, las arbitrariedades y favoritismo de Uribe y las monstruosas violaciones a los DD.HH. como parte de la “guerra sucia contra la guerrilla y los campesinos, con miles de “falsos positivos” como se conoce a los civiles asesinados y presentados como bajas guerrilleras o fosas comunes como la de La Macarena, donde los militares habrían enterrado a 2.000 “N.N.”; han provocado la disconformidad de sectores del imperialismo y de la oligarquía colombiana que ven bien el reemplazo de Uribe por alguien que garantize la continuidad de su “obra” pero corrija sus “desprolijidades” más aberrantes. Y por ello, Santos, que es el delfín del propio Uribe y el “candidato de la continuidad”, puede verse empujado a hacer algunos gestos y prometer “cambios de estilo”, aunque ya se apresuran a garantizar la impunidad para Uribe y su familia, hundidos hasta el cuello en escándalos de corrupción, financieros y de lazos con el paramilitarismo.
En el nuevo Parlamento (elegido a fines de marzo) no tiene mayoría propia y deberá negociar con las distintas fracciones políticas en que se dividieron los uribistas y sus aliados (hay que recordar que el viejo bipartidismo colombiano está en completa crisis, como muestra que en estas elecciones, los candidatos de los históricos Partido Conservador y del partido Liberal hayan salido 5° y 6° en esta oportunidad).
Administrar la herencia uribista, lavarle la cara al régimen y seguir aplicando los planes de hambre, represión y entrega no serán tarea nada fácil para el nuevo gobierno.
Para enfrentar a los herederos de Uribe
Los trabajadores y el pueblo no tienen nada que esperar en la segunda vuelta, sino que salga “más de lo mismo”. Por eso el llamado a no votar o votar en blanco debe ser el primer paso para comenzar a preparar la lucha contra el futuro gobierno “post uribista”, pues la única forma de derrotarlo, será el de la movilización obrera y popular, con un programa de clase para que la crisis la paguen los patrones, contra la represión estatal y paraestatal y la impunidad, y por el conjunto de las demandas obreras, campesinas y populares, por la expulsión del imperialismo y sus bases, abriendo el camino a una salida obrera y campesina.
Esta perspectiva es inseparable de la lucha por la organización política independiente de la clase trabajadora en torno a un programa como ese, pero tanto el “Polo Democrático” y proyectos similares de conciliación de clases con la burguesía como las FARC, que no van más allá de un “reformismo armado” luego de haber sido muy golpeada militarmente, son enemigos de esa tarea. Para pelear por ese programa, más que nunca es necesario el reagrupamiento de la vanguardia en la perspectiva de construir un partido de los trabajadores, socialista y revolucionario.