Se agudiza la crisis en Libia y crecen los enfrentamientos en Trípoli
22/02/2011
Después de 5 días de enfrentamientos, movilizaciones y represión, varias ciudades del Este de Libia están fuera del control del régimen de Kadafi. A la segunda ciudad más importante de Libia, Bengazi, donde la policía local se unió a la revuelta popular el fin de semana, se sumaron Musratha, Tobruk y Sirte. El pueblo, harto de años de represión del régimen, que en las últimas décadas aplicó las recetas del FMI y se ha enriquecido por las ganancias del petróleo mientras una enorme porción vive en la pobreza, se levantó contra el gobierno contagiado por las rebeliones en Egipto y Túnez.
La respuesta del régimen ha sido una cruda represión, primero con mercenarios pagos (como en Bengazi) y el asesinato de manifestantes en los funerales de los primeros mártires, luego bombardeando con aviones la capital, Trípoli. El domingo 20/2 al-Saif, uno de los hijos de Kadafi, había amenazado con ahogar en sangre el levantamiento contra el régimen que gobierna Libia desde 1969. Y cumplieron, la represión fue tal que han desertado miembros del ejército (como los dos pilotos de la Fuerza Aérea que se negaron a bombardear a los manifestantes y desviaron sus aviones hacia el aeropuerto de Malta), han renunciando varios diplomáticos (embajadores de China, India, entre otros) e incluso, aquellos que han estrechado la mano de Kadafi y han comprado su petróleo durante años como Francia y Gran Bretaña han salido a pedir al régimen que ponga un alto a la violencia. Aun estos imperialistas, con acuerdos comerciales y políticos con Kadafi, han debido salir a denunciar la masacre. La represión ya se cobró la vida de 300 personas, aunque nadie puede confirmar el número total.
Hoy la principal batalla contra las fuerzas de Kadafi se juega en Trípoli, hasta hace 3 días feudo de Kadafi. Varios medios informan que habría manifestantes yendo hacia la capital desde las ciudades “liberadas” del Este.
Las divisiones en las fuerzas de seguridad han puesto sobre el tapete la fractura que recorre al régimen libio, golpeado por esta semana de protestas y movilizaciones que, aun en las peores condiciones, se mantiene firmes y exigen que se vaya Kadafi.