Brasil, segunda vuelta electoral
Triunfó la candidata de Lula
04/11/2010
Las elecciones del domingo expresaron la fuerza de Lula y el clima social reformista y de continuidad. Dilma fue electa con 55,7 millones de votos el 56% de los votos válidos. Confirmó así su favoritismo y amplia aprobación popular entre la clase trabajadora, los pobres, la clase media baja y una franja de la clase media ilustrada que, votando por ella, espera avances graduales en sus condiciones de vida como continuidad de lo que consideran conquistas del gobierno de Lula. Esta elección significó una consolidación del lulismo en medio de un corrimiento más a la derecha con interminables declaraciones contra los derechos de las mujeres y homosexuales hechas tanto por el opositor Serra como por Dilma.
La oposición salió derrotada pero no como se preveía, logrando conquistar importantes estados y tener una expresiva votación en su candidato Serra, que llegó al 44% de los votos válidos. Dilma enfrentará mayores dificultades que el gobierno de Lula. Ya cuenta con un importante sector de la oposición liderado por Serra, los grandes medios y la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) y también han comenzado acaloradas disputas internas en la propia base de Dilma con sus aliados del PMDB que reclaman sus cargos. Estos escenarios políticos fortalecen las tendencias a una posible polarización e inestabilidad política, ya que Dilma no es Lula que amortiguaba estos enfrentamientos. A favor de la burguesía juega la posibilidad deseada por sectores de masas que votaron a Dilma, del retorno de Lula, que se preserva como candidato presidensiable para las próximas elecciones, si fuera necesario.
¿Apostar al “mal menor” o prepararse para un cambio de situación?
Muchos intelectuales, la mayor parte del PSOL (todos sus parlamentarios) y el PCB se dirigieron a los trabajadores llamándolos a votar críticamente a Dilma como un mal menor. Utilizaron como argumento un supuesto trato menos duro con los movimientos sociales, pero cerraron los ojos frente a la continuada impunidad de los asesinatos de sin tierra en el campo, y ante los ataques del gobierno al derecho de huelga. Argumentan que habría aumento de empleo, renta y consumo, pero se callan frente al creciente endeudamiento de las familias brasileras y frente a la persistente precarización del trabajo que ocurre en medio del crecimiento económico.
Las principales centrales sindicales como la CUT, Fuerza Sindical y CTB militaron activamente a favor de Dilma, sembrando y fortaleciendo las ilusiones en los avances graduales. Estas centrales han garantizado un pacto social informal con las patronales y el gobierno, que les garantiza aumentos salariales por encima de la inflación para los sectores tradicionales, sindicalizados que igualmente siempre es menor al crecimiento de las ganancias capitalistas y van de la mano de un aumento de la productividad del trabajo, mientras ocultan la precaria condición de los trabajadores tercerizados y temporarios. Los nubarrones de la crisis económica internacional, amenazan este retrato del “Brasil que avanza” de Dilma y Lula, y ponen en cuestión esta situación precaria que la clase trabajadora ve como avances perdurables y que pueden mejorar progresivamente. La evolución de la crisis y de las contradicciones internas que se acumulan puede abrir distintos escenarios y ritmos, sin embargo hay alertas importantes y es deber de la vanguardia prepararse para cambios en la situación.
La reciente elección de una cámara de diputados con expresiva mayoría republicana en EE.UU. podría fortalecer medidas por parte del gobierno norteamericano en medio de la “guerra monetaria” en curso que aumenten las contradicciones en Brasil. El país viene acumulando déficits en sus relaciones comerciales y financieras con el mundo, fruto del fortalecimiento del Real y elevado consumo interno, las importaciones y envío de ganancias. Este escenario ha encendido luces amarillas e invadido las páginas de los principales diarios del país. El propio Lula acaba de anunciar que tendrá que tomar medidas, haciendo “ajustes en el presupuesto” e inclusive controlando más estrictamente el cambio, para que no sea Dilma cuando asuma en enero, la que se vea obligada a tomarlas. Dilma a su vez asegura que el paquete de Lula no será un “paquete de maldades”, pero nos preguntamos cómo puede cerrar la ecuación sin atacar a los empleados públicos o a un sector de las masas.
Por una alternativa política independiente
La precarización del trabajo, los ataques al derecho a huelga aún en medio del crecimiento económico, ahora con mayores señales de alerta, por la evolución de la situación internacional, como así también la reaccionaria posición conquistada por la derecha, con sus iglesias al frente exigen de la vanguardia una intransigente defensa de los derechos de los trabajadores, de las mujeres y homosexuales como parte de una política independiente tanto del lulismo y de Dilma como de la no tan derrotada oposición. Es preciso superar la confusión que posiciones como las del PCB o el PSOL siembran, combatiendo decididamente la línea pragmática y de capitulación reaccionaria al petismo.
Dilma gobernará como continuidad del período lulista, o sea, reservando medidas demagógicas y precarias para las masas y los trabajadores, mientras prioritariamente privilegia las ganancias y los negocios e intereses de los capitalistas nacionales y extranjeros. Combatir esa estrategia burguesa es la alternativa independiente que los trabajadores, en primer lugar la vanguardia organizada en los partidos de izquierda independientes del lulismo como el PSTU y el PCO, y en CSP-Conlutas, que deben buscar construir y organizar con un programa de acción clasista, anticapitalista y antimperialista. En última instancia se acelerarán los tiempo en que, frente a los efectos de la crisis capitalista mundial, más temprano que tarde la clase trabajadora y sus organizaciones de lucha deberán encarar la cuestión fundamental: los capitalistas pagarán los costos de la crisis que crearon o los trabajadores y el pueblo pobre cargarán con los costos sociales catastróficos. La LER-QI dedica sus fuerzas para forjar una vanguardia obrera, estudiantil y de intelectuales comprometidos con la clase trabajadora para que actúe en las luchas de hoy preparándose para contribuir a lo que más hace falta en la realidad brasilera: un partido revolucionario anclado en una estrategia de independencia política de la clase obrera, tanto frente a la oposición burguesa como al lulismo.