Chile: entre luchas obreras y estudiantiles
Un momento de crispación política
16/06/2007 CcC N° 106
Los políticos patronales de la Concertación y la derecha buscan salvar los negocios de sus jefes los patrones. En todos los terrenos: el transporte colectivo de pasajeros, la educación, la energía, la previsión social. En esto, no pareciera haber nada nuevo. Pero resuena: el ambiente político está crispado, irritable (ver Clase contra Clase n° 105). ¿A qué se debe?
La clase trabajadora, sigue recorriendo el camino de la recomposición de sus fuerzas, con luchas sindicales y conformando nuevas organizaciones sindicales, de mayor peso en la política nacional. Los estudiantes universitarios y secundarios, siguen demandando por sus derechos. La juventud explotada y oprimida viene comenzando a decir presente. En esto, las luchas sindicales defendiendo los trabajadores sus derechos básicos, no debería haber nada fuera de lo normal. Pero resuena. Aquí hay algo nuevo. Pero aún no termina de nacer. Y también debemos preguntarnos a qué se debe.
La crispación y la irritación, se mantiene
En la Concertación, así como en la derecha, parece prevalecer el desconcierto, el desorden, las divisiones, la crispación, la irritación.
En la derecha, los asuntos no marchan bien, aunque son de menor importancia que en la Concertación y su desgaste. La UDI no acompañó la decisión política de Longueira de salir ya con su candidatura. Allamand desconcierta a todos como “duro”. Sebastián Piñera pasa de las proposiciones a los ataques al silencio. La unidad de las directivas UDI y RN dura hasta el momento en que hay algo de relativa importancia, buscando más puntos medios que acuerdos (como vimos al pasar de las 7 a las 3 exigencias en la negociación de las platas del Transantiago). Pero lo peor no es esto, por el momento, sino que tienen interrogantes sin responder: por qué no suben en las encuestas dado el desgaste de la Concertación.
El desgaste de la Concertación marca el tono de la irritación en la vida política nacional. Así vemos que en la Concertación hay discrepancias sobre el Transantiago, la reforma previsional, el binominal, la negociación colectiva y las reformas laborales, la reforma educativa, las relaciones internacionales, las próximas candidaturas electorales. Y ya no sólo entre la DC y el PS, sino que además de entre estos partidos, al interior de cada uno de ellos. Está la “línea Viera Gallo” de pacto legislativo con la derecha, y la “línea Belisario Velasco” de ningún pacto con la derecha, sino que reforzar la unidad de la Concertación, que es la más sensata. Diputados PS golpean a dirigentes DC por problemas de presunta corrupción en Ferrocarriles del Estado, tal vez para que la derecha no se sienta sola. Mariana Aylwin critica el fin del lucro en la educación, mientras que Yasna Provoste lo defiende. Diplomáticos PS deslizan críticas a la dirigencia política de la diplomacia en manos de la DC. El PS Escalona busca asegurar las platas para el Transantiago y así salir de la emergencia, pero el DC Frei y el PS Ominami quieren ejercer de buenos gerentes planteando un problema de gestión y finanzas, en los mismos momentos en que ellos mismos necesitan dirigentes políticos para capear el problema político y social que crearon. Y así podríamos seguir.
Se dice que todo esto es por falta de disciplina. Y falta. Se dice que es por exceso de protagonismo y proyectos personales en desmedro de los colectivos. Y así es. Se dice que es por la aproximación del ciclo electoral. Y también es una razón. Pero no termina de explicar todo.
El forcejeo
En esas divisiones que vemos, nada es una diferencia muy de fondo. Apenas un forcejeo. El Gobierno no solicita fondos para resolver la crisis de la locomoción colectiva, sino que para salvar el negocio a los empresarios. Ni Frei ni Ominami cuestionan el manejo de las platas para resolver la crisis de la locomoción colectiva, sino que para asegurar una buena gestión de las platas solicitadas para salvar el negocio a los empresarios (de hecho, por ejemplo, el pedido de estatización de Frei, que el PC mencionó como ejemplo de su necesidad, no es más que un “salvataje financiero” como se hizo con los bancos a principios de los ’80). Las disputas por el “pilar solidario” en la reforma provisional, es si se creará una AFP estatal desde el BancoEstado o como entidad independiente, sin cuestionar el negocio que se hace con nuestros aportes provisionales.
Pero a su vez, todo debe ser presentado y respondiendo limitadamente según las demandas de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Aseguran el negocio de la educación, pero hablando del fin del lucro. Aseguran el negocio de las AFP, pero hablando de un pilar solidario. Consideran que así responden a estas demandas, y que así “todo volverá a ser como era antes”, podrán volver a presentarse como (falsos) amigos del pueblo. Pero no es así. Ni un solo comentario, salvo un par de medidas intrascendentes, hubo en el discurso de Bachelet sobre la clase trabajadora. De este modo, la política de un “sistema de protección social” se diluye en apenas la bonanza económica, que el pueblo trabajador sabe por experiencia que es algo cíclico, con períodos buenos y períodos malos: es decir: no alcanza a re-encantar.
Así, siguen gobernando para sus jefes los patrones, pero a un costo cada vez mayor, y con la política de “protección social” diluyéndose, la posibilidad de revertirlo y recuperar su rol de (falsos) amigos del pueblo se aleja cada vez más. Además, que no sólo se diluye esa política de instalar un “sistema de protección social”, sino que va muy activamente acompañada de una creciente criminalización y represión de toda lucha social, erosionando aún más sus raíces en las clases sociales.
Por esto en la Concertación no pasan del forcejeo, por puntos más o puntos menos, de cada tema en discusión, de cada política que definen llevar adelante. La derecha no tiene ninguna posibilidad de jugar este rol de (falsos) amigos del pueblo, conteniendo y canalizando las demandas y expectativas de la clase trabajadora y el pueblo pobre. A lo sumo, podrá aparecer como fenómeno electoral (como ya vimos con Lavin, lo que había impresionando a muchos).
Es de este modo que se debilitan las condiciones adversas que deben enfrentar la clase trabajadora y el pueblo pobre en la lucha por sus derechos, y estas pueden emerger con más fuerza.
Luchas y victorias sindicales, el manto de la bonanza económica y el bacheletismo
En este forcejeo, la clase trabajadora comprueba que no se responde a sus demandas. Y comienza a tomar en sus manos la resolución de sus problemas inmediatos y más básicos. La lucha sindical da signos de recuperarse. Tuvo su punto culminante este año en la huelga de los trabajadores forestales. Fue también significativa la huelga de los conductores de Subus, porque mostró que una nueva fuerza sindical, que con el sistema de micros amarillas no podía existir, apareció en la escena. También, la importancia creciente de los trabajadores contratistas: los recolectores de basura de Santiago hicieron valer sus demandas. Aunque restringidos a un sector de una empresa, la huelga de sectores de trabajadores contratistas de Andina refuerzan la huelga de otro sectores de sus trabajadores de planta. Pero por sobre todo, la constitución por los trabajadores subcontratistas sindicalizados de Codelco de la Confederación de Trabajadores del Cobre, refuerza la tendencia a lo que, desde estas páginas, llamamos la recomposición de las fuerzas de la clase trabajadora.
Las discusiones sobre la negociación colectiva y el salario mínimo son discusiones nacionales, que obligan a la clase patronal, sus medios de comunicación, sus expertos, a tener que pronunciarse. Y más que a pronunciarse, a lanzar una campaña contra la negociación colectiva, el aumento del salario mínimo a niveles que permitan la subsistencia de la familia trabajadora. Incluso sugerentes columnistas hablan de la “infinitud” de las necesidades y sus riesgos, llamando a ponerles coto, en un país plagado de carencias.
Pero no se trata sólo de esto, de necesidades en sí mismas. El neoliberalismo comienza dificultosamente a ser cuestionado. Así como el anuncio de un aumento del presupuesto educativo no concitó el unánime apoyo que se espera (aunque su impacto fue de importancia) porque se comienza a cuestionar el sistema educativo basado en la concepción de la educación como un negocio, y cuestionar en este terreno el neoliberalismo con relativa transparencia, la discusión de la negociación colectiva -objetivamente-, apunta en el mismo sentido, a cuestionar la impunidad patronal. Y se van abriendo paso -aún inicialmente- cuestionamientos más políticos.
Además de que con el forcejeo se reafirma que no se responde a las demandas de la clase trabajadora alentando que se tome en sus propias manos resolverlas, el ciclo de bonanza económico es otro de los factores, que activamente alienta la lucha sindical. Y permite acceder a algunos triunfos.
Esto a su vez alimenta lo que el bacheletismo es en verdad: no la “circulación de las elites”, el recambio de rostros y algunas otras verdades librescas, sino que las expectativas de mejorar las condiciones de trabajo y de vida. No tanto por promesas electorales más o menos importantes, sino por la constatación de la bonanza económica. “El cobre por el cielo, la educación por el suelo”, condensó en una frase todo el núcleo de la situación política, con sus contradicciones. Sí, así se alimenta lo que es el bacheletismo, aunque pasivizado: porque la “estrategia de instar al optimismo” del Gobierno, en lugar de hablar del sistema de protección social, habla de las buenas cifras económicas, que se sabe por experiencia que mañana serán malas... De todos modos, la bonanza económica, más los anuncios de Bachelet, de aumento del presupuesto educativo, han hecho que en la dividida lucha de los secundarios de este año, aquella fuerza del grito “el cobre por el cielo la educación por el suelo”, no se volviera a oír.
Los límites de las mayores luchas: la Concertación y el PC se hacen relativamente fuertes
La expectativa se mantiene, y las luchas sindicales con sus victorias económicas -importantes y necesarias-, tienden a reforzar por ahora, no la actividad de la clase trabajadora en toda su amplitud, no al extenso movimiento estudiantil secundario movilizado masivamente como el año pasado, si no que a las actuales organizaciones dirigentes. No es casual que veamos que en la lucha secundaria de este año, más dirigentes de la Concertación, incluyendo la DC públicamente como tal, a diferencia del año pasado. Es igual en el movimiento de los trabajadores (donde, además, desde la CUT, la Concertación, el PS de Arturo Martínez, vienen co- gobernando con el PC). ¿Y será con dirigentes de la Concertación, que aplican desde el Gobierno las políticas que refuerzan el negocio de la educación, la salud, al energía, etc, que podamos defender nuestros derechos e intereses? ¿lo será con el PC y su política de alianzas que lleva siempre a ir detrás de la Concertación?
Es así que, por un lado la Concertación vive una tendencia a su desgaste como (falsos) amigos del pueblo, lo que es una de las causas, como dijimos, que permiten el mayor peso que están volviendo a ganar la clase trabajadora sus organizaciones y sus luchas. Pero por otro lado sean dirigentes de la misma Concertación y del PC, los que se estén transitoriamente fortaleciendo en las organizaciones de los trabajadores y los estudiantes, poniéndole así un límite. Por todo esto, aunque resuenan más las luchas de la clase trabajadora, y habrá que dar cuenta que seguirá siendo así en forma persistente, es algo nuevo que no termina de nacer, encontrando estos límites.
Lo nuevo que comienza a despuntar es que, al sostenerse en el tiempo, al obtener algunos triunfos sindicales, se va comenzando a conformar también un sector de estudiantes y trabajadores, que sostienen aquellos cuestionamientos y demandas más políticas.
Un momento político indefinido
Los grandes temas de la política nacional, siguen siendo las políticas de ataque de los políticos patronales de la Concertación y la derecha: el negocio del Transantiago. El negocio de la educación. El negocio de la reforma provisional. El negocio de la energía.
Y ante esto, lo más dinámico en la política nacional, siguen siendo los forcejeos, que diluyen la política del “sistema de protección social”, y que mantienen el desgaste de la Concertación, dificultando volver a jugar el rol de (falsos) amigos del pueblo. No lo son, por el contrario, las luchas de la clase trabajadora y el pueblo pobre contra estos ataques, y por sus propias salidas ante los principales problemas nacionales.
Aunque las luchas de la clase trabajadora, el movimiento estudiantil y el pueblo pobre, vienen en aumento sostenido. Asentado en el ciclo de bonanza económica, alimenta las expectativas, refuerza a las organizaciones dirigentes actuales de la Concertación y el PC en las luchas obreras y estudiantiles, permitiéndoles mantenerlas aún controladas. Posibilidad de control que se va erosionando con la tendencia al desgaste de la Concertación, afirmada en su forcejeo acentuado, abriendo un momento político indefinido: ¿se avanzará hacia un fortalecimiento del Chile de los Lagos y Bachelet, Longueira y Piñera, el de la impunidad patronal, revirtiendo la tendencia a su desgaste?, ¿o se avanzará en el fortalecimiento de las luchas de la clase trabajadora y el pueblo pobre por sus derechos e intereses con una política de clase independiente de toda variante patronal, sea de la Concertación o sea de la derecha?
El ciclo electoral que se está abriendo ayudará a sostener la primera posibilidad.
Para abrir paso a la segunda posibilidad es necesario que la clase trabajadora confíe en sus propias fuerzas, no más en la Concertación y su juego de hacerse pasar falsamente por “amigos del pueblo”. No pueden dividirnos entre neoliberales y antineoliberales, como quiere el PC. Porque así, refuerza a la Concertación. Si no, comprobémoslo. Para dar “un paso adelante” en la reformas al binominal y poner un freno a la derecha, se abrió a que el PPD, y el resto de la Concertación, se refuerce electoralmente mediante un “pacto por omisión”. Para dar “un paso adelante” en la reforma a la educación con el fin de lucro y hasta la desmunicipalización, se mantendrá el subsidio a los privados, es decir, la base material del negocio de la educación. Para dar “un paso adelante” en las reformas laborales, se confunde la negociación colectiva a nivel de empresa, a nivel de inter-empresas, a nivel de rama. En todos estos casos, y otros, se refuerza siempre a los “anti-neoliberales” de la Concertación, ¿cómo entonces terminar con ese juego de la Concertación de hacerse pasar falsamente como “amigos del pueblo”? La política de alianzas del PC, de la colaboración de clases y la revolución democrática, siempre refuerzan a la Concertación.
Para esto, es necesario ponernos a la cabeza de impulsar todas las luchas y organizaciones de la clase trabajadora, los estudiantes y la juventud explotada y oprimida, con los métodos de la democracia directa, y una política de clase independiente. Hay que fortalecer los sindicatos, construirlos donde no haya, fortalecer las organizaciones estudiantiles, construir las organizaciones de la juventud explotada y oprimida. Y en su interior, luchar por una política de clase independiente de toda variante patronal. Por ejemplo, ante el Trasantiago, no se trata, como hizo el PC, de valorar el llamado a la estatización de Frei, porque no es más que un “rescate financiero”, sino de luchar por un transporte estatal bajo control de la clase trabajadora.
Por eso, los trotskystas de Clase contra Clase luchamos por la construcción de un partido de trabajadores revolucionario.