Chile
Una nueva cuestión obrera al centro
22/01/2008
Ya en el 2006 habíamos hablado de un “nuevo despertar de los trabajadores”, con la entrada en escena de los trabajadores de sectores estratégicos y dinámicos de la economía nacional: los mineros (con la huelga de Escondida) y los salmoneros (aunque con todas sus huelgas derrotadas).
Pero en el curso del 2007 se instaló lo que desde estas páginas llamamos el surgimiento de una “nueva cuestión obrera”. Es decir, un paso más en las tendencias a la recomposición de las fuerzas de la clase trabajadora. ¿Por qué?
La lucha de los trabajadores se fortalece
Enumeremos algunas razones. Una es que el 2006 salió como lucha de masas el movimiento estudiantil secundario, avivando un sentimiento masivo de simpatía con las justas demandas de los trabajadores y el pueblo pobre. Sentimiento masivo, que, aunque más adelante pasivo, siguió vivo como respuesta al masivo ataque a las condiciones de vida de millones de santiaguinos que significó el Transantiago. Y así, el contexto de las luchas de los trabajadores era más favorable.
En segundo lugar, porque salieron los sectores más explotados entre los explotados: los trabajadores subcontratados, de los forestales, y continuando sus luchas, los mineros subcontratados de Codelco, manteniendo vivo el debate sobre esta forma de superexplotación patronal.
En tercer lugar, porque así se implicó la relación de fuerzas entre las clases: como muy bien expresó la clase patronal lamentándose: se pasó de hablar de cómo se flexibilizaba (avanzando en su plan de un Chile Precario), a discutir cómo se protegería más a los trabajadores (aunque no pasó de las palabras).
En cuarto lugar, porque se comenzaron a recuperar métodos propios de la clase trabajadora: ante la negativa a respetar un efectivo derecho a huelga, se empuja a los trabajadores a garantizar la efectividad de sus paros bloqueando los accesos al lugar de trabajo, o teniendo que tomárselo. Ante la fragmentación, negando un efectivo derecho a negociación colectiva, se imponen las negociaciones simultáneas, y sobrepasando la división entre empresas contratistas y empresa mandante.
Es así, que la dirección oficial de la CUT y de la CTC (la principal protagonista de las organizaciones obreras), co-dirigidas por el PC y el PS, para su política de aceptar los términos del gobierno, debió hacerlo mediante una política sindical de mayor lucha y presión. ¿Por qué hablamos de aceptar los términos del gobierno? Porque está planteado prepararse para avanzar para poner fin a la subcontratación, terminando con la división entre trabajadores de primera y de segunda, pero lo que hacen es lo contrario: legitiman la ley de subcontratación, que consagra esta forma de superexplotación, exigiendo que se cumpla la ley (que ingresa apenas una pequeña porción de todos los trabajadores subcontratistas). Otro ejemplo, es que en el paro del sector público, aceptaron firmar un aumento que ni siquiera cubre el aumento de la inflación, además que se bajaron de la demanda central que conecta con las luchas de los trabajadores subcontratistas: la exigencia de cumplir con el compromiso de tener un 80% de trabajadores permanentes, y no más de un 20% a contrata o a honorarios. Como vemos, está planteado que se pueda unir en una sola demanda nacional contra el trabajo precario, y la precarización de la educación, la salud, la vivienda, comenzando por terminar con la subcontratación, en un Paro Nacional, pero se convocó apenas a una testimonial movilización.
Y aún así, y aún abriéndose un ciclo electoral de dos años, la cuestión obrera estará en el centro. Las luchas y organizaciones de los trabajadores vienen fortaleciéndose, aunque aún acotada a un núcleo, aunque extendido, de trabajadores. Por eso, aunque no se logran triunfos significativos y perdurables (por ejemplo; ni siquiera se puede aplicar la Ley de subcontratación por la que claman), esto actúa sobre toda la vida política nacional.
Desgaste, crispación y políticas reaccionarias seguidas de muerte
Muchas son las explicaciones que se dan para las crisis de los partidos. La Concertación lidera esta situación de crisis. Aunque la derecha no escapa a la misma (con la renuncia de Cantero, las dos líneas diferentes de Lavin-Longueira y las directivas de la UDI y RN, el repentino, ambivalente y estruendoso silencio de Piñera, etc).
¿Por qué estas crisis? Porque desde la sabia consigna de “la educación por el suelo, el cobre por el cielo”, está claro que hay larvada una puja por las condiciones de vida que alimenta una más activa exigencia de la clase trabajadora y el pueblo. El desgaste que traía la Concertación en su rol de presentarse falsamente como amigos del pueblo, alentó que se empezará a tomar en las propias manos estas exigencias. Al responder marcando el paso con las mismas políticas, se profundiza este desgaste, comenzando a transformarse en una crisis. Más que una disputa por el centro, lo que hay es una crisis abierta porque la situación está inclinada más a la izquierda -aunque aún dentro de los parámetros del llamado neoliberalismo-, y nadie responde. La nueva cuestión obrera al centro, alimenta este proceso de desgaste que no logran revertir. Aunque contrariamente a la machista critica de falta de autoridad para gobernar, Bachelet y su discurso de mayor protección social, las Comisiones, etc, han servido para canalizar la emergencia de las demandas obreras y populares, y así, se pudo pasar de casi 1 millón de estudiantes en las calles con organismos con métodos de democracia directa y lucha en las calles, a aprobar el lucro. O de cuestionar la división entre trabajadores de primera y de segunda, a demandar que se aplique la ley que regula la existencia de trabajadores de primera y de segunda.
Sobre esto, la derecha aprovecha y golpea reaccionariamente a la Concertación, crispando el ambiente político (y disimulando sus propios elementos de crisis: no es el conglomerado llamado a responder esta inclinación a izquierda que expresa la nueva cuestión obrera). Y así se genera un espejismo, y la Concertación, en vez de buscar reponerse como falsos amigos del pueblo, que es lo que justificaba su razón de ser, tranquiliza a la derecha. Algo que el antidemocrático sistema binominal refuerza, en un régimen político cada vez más desgastado.
Y así, a pesar de todo esto, el año terminó en forma reaccionaria: se aprobó el lucro, una reaccionaria ley de seguridad ciudadana, una reforma previsional que mejora el negocio de nuestras jubilaciones. Pero lo peor de todo: dos muertes en un año. La de los luchadores obreros y populares Rodrigo Cisternas y Matías Catrileo, que quedan como mártires de nuestras luchas.
Y así llegamos a la apertura del ciclo electoral. Mayormente se participará (de acuerdo a los parámetros de siempre), además que las encuestas expresan expectativas favorables de mejorar el año 2008, e incluso encuestas como la del CEP han incorporado la pregunta sobre la adhesión al llamado modelo neoliberal indicándose una mayoritaria adhesión. No se pueden negar estas cifras. Pero las visiones autotranquilizadoras ocultan estas tendencias que aquí planteamos: tendencias, no excepciones (y la sola incorporación de esta pregunta valga de ejemplo).
Las elecciones, y la necesidad de una política obrera independiente
Las elecciones buscan apagar todo rastro de las luchas obreras, no negando sus demandas, si no que reavivando la vana ilusión de que serán los políticos patronales de la Concertación y la derecha quienes vayan a satisfacerlas. No lo harán, buscando seguir avanzando en su plan de un “Chile Precario”.
Los trotskystas de Clase contra Clase creemos que hay que utilizar todas las tribunas, incluyendo la electoral. Pero con una política de clase independiente de toda variante patronal. No es el caso del Juntos Podemos Mas. Ya sea el PC, el PH o ahora el PC-AP con su candidato, todos están en este pacto por la alianza con sectores de los patrones medianos y pequeños. Que son tan explotadores como los grandes. El PC va más lejos y llama abiertamente a sectores de la Concertación, por eso busca diferenciar a neoliberales no antineoliberales al interior de la Concertación. Y así, lleva también las luchas obreras y populares detrás de algún nuevo político patronal que quiera presentarse falsamente como amigo del pueblo.
En este año 2008 que se abre, es necesario mantener en alto las banderas por el fin de la subcontratación, poniéndose a la cabeza de todas las luchas, mayormente de presión, que están anunciadas y emergerán, luchando por esta política; así como es necesario que la clase trabajadora levante las banderas de la lucha por la Convocatoria a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, basada en la movilización de la clase trabajadora y el pueblo pobre, en el camino de la lucha por una República de Trabajadores. Para luchar por estás políticas, es necesario luchar por construir Clase contra Clase y su lucha por un partido de trabajadores revolucionario.