Internacional
El Estado Islámico, Estados Unidos y la resistencia kurda en Siria
19/10/2014
En el pico del asedio de Kobani por parte del Estado Islámico (EI o ISIS como se lo conoce por su antiguo nombre) el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, explicaba que la “situación humanitaria” en esta ciudad siria de mayoría Kurda en la frontera con Turquía no estaba en el interés estratégico de Estados Unidos.
En una traducción rápida del lenguaje diplomático al de los intereses geopolíticos, Kerry estaba diciendo que en Kobani, el enemigo del enemigo no podía ser considerado amigo de Estados Unidos. La razón es sencilla: la resistencia kurda en Siria contra el EI está dirigida por el Partido de la Unión Democrática (PYD) y sus milicias, las Unidades de Protección del Pueblo kurdo (YPG), una fracción radicalizada del movimiento nacional kurdo con lazos con el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK) con sede en Turquía, que integra la lista de organizaciones terroristas confeccionada por Estados Unidos y la Unión Europea.
Las complicaciones no terminan acá. Turquía, miembro de la OTAN y nominalmente adherente a la coalición “anti EI” encabezada por Washington, se viene negando a intervenir contra el EI al otro lado de su frontera. El cálculo del gobierno de Erdogan es parecido al de Estados Unidos: en la ecuación ha optado por dejar hacer al EI, y evitar que como efecto colateral de su acción se fortalezca la posición de los kurdos, un pueblo al que oprime al interior de Turquía. Como si esto fuera poco, también bombardeó posiciones del PKK, poniendo en riesgo el proceso de paz que viene negociando con el líder kurdo en prisión, Abdullah Ocalan.
Pero los avances del EI en Irak, que se consolida en la provincia sunita de Anbar y está a las puertas de Bagdad, parecen haber obligado al gobierno de Barak Obama a cambiar de opinión. Funcionarios norteamericanos reconocen haber tenido contacto indirecto con miembros del PYD, tras el cual aumentaron los bombardeos aéreos de la coalición contra posiciones del EI en las proximidades de Kobani. De los 54 ataques aéreos lanzados esta semana en territorio sirio, 53 fueron en la zona de Kobani. Esto aparentemente revirtió el curso de las últimas tres semanas: el EI retrocedió y las milicias kurdas dicen haber recuperado el control de un 70% de la ciudad y zonas aledañas.
Si en el último mes la ciudad de Kobani no cayó a manos del EI fue por la durísima resistencia de las milicias del YPG, que en soledad enfrentaron calle a calle a esta fuerza reaccionaria. Ahora Estados Unidos pretenderá arrogarse cualquier posible victoria en Kobani, ávido de presentar algún triunfo en una guerra que por ahora, para decir lo menos no está ganando.
Pero una cosa es la imagen y otra la relación de fuerzas real. Los estrategas del Pentágono vienen señalando las líneas de falla de la estrategia de Obama: el poder aéreo por sí solo no podrá “degradar y destruir” al EI, que controla un territorio del tamaño de Bélgica, donde están concentrada gran parte de las reservas de petróleo de Irak. Y hasta ahora, Estados Unidos no encuentra voluntarios confiables y eficientes para fungir como tropa terrestre.
Entre los miembros de la coalición, la falta de compromiso de Turquía absuelve de hecho a otros países árabes con menos intereses en juego, de contribuir con tropas terrestres.
En Irak, una parte del ejército oficial se ha desmembrado y lo que queda no tiene capacidad ni voluntad de combate. Y una parte importante de milicias sunitas y ex oficiales y funcionarios del régimen del partido Baath se han sumado a las huestes del ISIS.
En el kurdistán iraquí, la supuestamente temible peshmerga, ligada a los partidos kurdos pronorteamericanos, no fue capaz de resistir el primer embate del EI, y ahora lo que se fortalecen son sectores ligados al PYD sirio.
En Siria, según uninforme recientepresentado al Congreso norteamericano, los “rebeldes moderados” a los que apostaron Estados Unidos y otras potencias para derrocar a Bashar al Assad, virtualmente no existen: hay alrededor de 1500 fracciones armadas en la oposición siria. Es más, la inteligencia norteamericana ya da por muerto al Ejército Libre Sirio que ha cesado de existir como organización y opera como una franquicia para milicias con distintos intereses.
Por si algo faltara, en zonas de Siria bajo control de rebeldes, se han registrado movilizaciones populares contra los bombardeos de la coalición, en su mayoría para repudiar la muerte de civiles, y en otros casos, para denunciar la estrategia norteamericana que objetivamente, por el momento, le ha dado un respiro al régimen de Assad.
Obama viene resistiendo la presión de diversos aliados, como Turquía, que buscan involucrar a Estados Unidos en la guerra civil siria. Pero todavía no pudo demostrar que se puede separar la derrota del EI de cómo se resuelva este conflicto, una guerra civil multifacética, que se derrama al conjunto de la región y por la vía de la cuestión kurda, se va colando en la Unión Europea.
Sin embargo, las contradicciones no son solo de los opresores. Estados Unidos ha sido capaz de manipular a favor de sus intereses la cuestión kurda en Irak, donde ha sumado no solo el apoyo del Partido Democrático del Kurdistán, un sector conservador ligado al clan Barzani, sino también al otrora radical Unión Patriótica del Kurdistán. Esto puede suceder también en Siria.