GRECIA
Grecia: una comparación con la crisis argentina del 2001
03/07/2015
Grecia sigue siendo el centro de atención de la política económica mundial. Ha entrado en situación de impago con el FMI, y entre la incertidumbre y las declaraciones acaloradas, el país se encamina al plebiscito del 5 de julio. Luego del terrorismo financiero de la Troika y los “mercados”, al igual que Argentina en la crisis de 2001, se implementó un “corralito” para impedir la fuga de en masa depósitos de los bancos griegos. Falsas opciones. Similitudes y diferencias entre la crisis argentina y la griega.
El mes de julio comenzó en Grecia no como un mes más, sino reafirmando que el país gobernado por Syriza entraba en impago de deuda con el FMI. El primer país desarrollado en entrar en default con el FMI, catalogaban algunos analistas, para resaltar que no sólo los países atrasados están destinados a sufrir las deudas con los acreedores internacionales. Como si ese dato importara a los griegos que ya saben lo que implica el “ajuste” para ellos, que ya sufren las consecuencias del aumento de la pobreza, un 27% de desempleo y a eso deberán sumar el recorte de pensiones y suba de impuestos, entre otras reformas, si finalmente se alcanzara el tan esperado “acuerdo”.
El 30 de junio, luego de reuniones y contrapropuestas que mantuvieron al mundo en vilo y luego de la disposición de Syriza de aceptar casi la totalidad de las condiciones de los acreedores, la Troika dio el portazo y finalmente no se realizó el pago por 1.600 millones de euros que Grecia debía desembolsar para cumplir con el vencimiento de deuda con el FMI. Si se llegaba a acuerdo, se garantizaba que los acreedores le entreguen a Grecia la parte restante del segundo “rescate”, que en sólo en términos inmediatos hubiera dado un respiro a la economía helena que sufre una crisis de liquidez.
Como la Troika y los “mercados” financieros habían provocado una corrida bancaria, ya desde el lunes los bancos griegos amanecieron cerrados, sólo abrieron algunos destinados a realizar el pago de pensiones. En Grecia se aplicaba de esta forma un corralito bancario, que incluía el límite de extracción por cajero de 60 euros diarios para las tarjetas emitidas por bancos griegos. Las tarjetas emitidas por bancos extranjeros están habilitadas a retirar el máximo fijado por los bancos.
Domingo Cavallo: todavía se anima…
El ex ministro de Economía de Argentina, Domingo Cavallo, fue uno de los primeros en hacer declaraciones acerca del corralito griego. Con un caradurismo sin límites y como si no hubiera sido parte fundamental del gobierno que la mayoría de los trabajadores y el pueblo argentino echaron a patadas, comparando la situación de Grecia con la crisis de 2001 en nuestro país, se animó a remarcar que es "más por culpa del gobierno griego que del FMI y la Unión Europea".
En un post que publicó en su blog se pueden leer algunas recomendaciones que se atreve a dar al gobierno de Grecia para evitar el “corralón” (se denominó así en Argentina a la restricción bancaria que impidió la extracción de depósitos y forzó su conversión a pesos): "Lamentablemente Grecia se vio obligada a imponer un corralito.
Esto ocurre en cualquier lugar del mundo cuando los bancos se quedan sin liquidez en billetes de la moneda con que se manejan", manifestó Cavallo. "Si los griegos y Europa permiten que el corralito se transforme en corralón, los griegos van a sufrir un ajuste fiscal y una caída de los salarios reales mucho mayor a la que se estaba produciendo a causa de la austeridad impuesta por la Troika. Grecia volverá a ser una economía con alta inflación y muy inestable. Además Europa recuperará poco o nada de los 240 mil millones de euros que Grecia le debe", sentenció Cavallo.
A buen entendedor…claramente las recomendaciones de quien sumergió un país en una de las peores crisis económicas, siguen siendo dirigidas a evitar no precisamente el empobrecimiento de los griegos sino a alertar que con un posible corralón y sus consecuencias, los acreedores (o sea, los organismos internacionales de crédito y los bancos fundamentalmente alemanes y franceses) no podrán cobrarse el dinero de la deuda. Más aún teniendo en cuenta que con la combinación de la crisis y los distintos planes del nunca peor denominado “rescate”, la deuda pública griega pasó del 112% del PBI en 2008 al 177% en la actualidad (datosmacro.com).
Corralitos
En el año 2001 la Argentina se vio sumergida en la peor crisis económica y social de su historia. Durante los noventa, Cavallo aplicaba la paridad 1 a 1 entre peso y dólar, llamada “convertibilidad”, atando de esa forma la política monetaria a la práctica de la Reserva Federal de EE.UU. Esta medida, que había permitido cortar la escalada hiperinflacionaria en 1991 dando lugar a un período de crecimiento basado en el endeudamiento externo y la inversión extranjera, se transformaría con el cambio en las condiciones de la economía internacional, en una trampa.
Mientras Argentina se hundía económicamente en 2001, con cifras que alcanzaban el 25% de desempleo y más del 50% de la población empobrecida, la deuda pública llegaba a los 200 mil millones de dólares (casi 70% del PBI) con intereses altísimos; y la fuga de capitales sólo en 2001 fue de 14.977 millones de dólares. Para tratar de frenar esta fuga, el corralito implementado en diciembre de 2001 permitía retirar de los bancos hasta $ 250 por semana, mientras no había límite para las operatorias con cheques. Este escenario catastrófico para el pueblo argentino, que contaba con un ejército de reserva (población desocupada) gigantesco, fue acompañado con manifestaciones y las jornadas de diciembre que acabaron con la caída del gobierno de Fernando De la Rúa.
El caso Griego comparte indicadores sociales similares: una caída de la economía del 25% en los últimos siete años (superior a la caída del PBI norteamericano en la Depresión de los años ’30), un desempleo del 27%, una deuda externa de 317.094 millones de euros (equivalente al 177% del PBI), que hace años vienen golpeando a los trabajadores y el pueblo.
En ambos casos el corralito afecta fundamentalmente a los trabajadores, al pueblo pobre y en gran parte a las clases medias. No sólo porque en Argentina las operaciones con cheques seguían habilitadas mientras la gente “común” sólo podía extraer 250 pesos semanales. No sólo porque en Grecia las tarjetas pertenecientes a bancos extranjeros están claramente privilegiadas. Sino porque los grandes capitales, la mayor parte de las veces, vinculados a los bancos por uno y mil lazos, conocen los movimientos con antelación y tienen la posibilidad de cubrirse mucho antes del desencadenamiento de los hechos.
Falsas opciones
En el plebiscito convocado por Syriza, los trabajadores y el pueblo griego tendrán que elegir entre el “SÍ” al cien por ciento del plan de ajuste que quiere imponer la Troika y el “NO” que -por ahora- alienta el gobierno de Syriza. En primer lugar hay que dejar en claro que el “NO”, no significa para el gobierno, romper con la Troika, ni salir del euro. En realidad Syriza intentaría utilizar un eventual resultado favorable al “NO” para mejorar las condiciones de negociación, si es que eso fuera posible. Incluso en últimas declaraciones, el Ministro de Finanzas de Syriza, Yanis Varoufakis, dijo que estarían dispuestos a aceptar “medidas duras” a cambio de una reestructuración de deuda y un plan de inversiones. En este contexto tanto el “´SÍ” como el “NO”, más allá de las justas aspiraciones de rechazo popular del voto negativo, podrían terminar conduciendo a escenarios no demasiado diferentes. La permanencia en la zona euro aceptando el programa de reformas económicas draconianas exigido por la Troika (privatizaciones, recorte de pensiones, reforma laboral, aumento de IVA, entre muchos otros), más allá de que sea con o sin reestructuración de deuda, se trata de la profundización de un ajuste ya más que conocido por la población. Sin embargo, la posibilidad de salida del euro, más allá de las intenciones de Syriza, no puede descartarse. ¿Sería este un escenario preferible al de la permanencia en el euro?
Argentina 2001 y Grecia 2015
Muchos trabajadores pueden pensar que la salida del euro y la vuelta a la moneda griega, el dragma, mediante un proceso devaluatorio, mejorará notablemente su situación. El ejemplo de la década de crecimiento de la economía argentina posterior al 2001 y bajo los gobiernos Kirchner, podría ser el modelo de comparación. Es necesario sin embargo señalar no sólo los límites del “modelo” argentino sino las diferencias entre la situación de Argentina pos 2001 y Grecia 2015.
En primer lugar, en Argentina la devaluación en el año 2002, profundizó enormemente la recesión y la caída de los salarios (en un 40%). La salida de la crisis comenzó en 2003 como subproducto de una recesión aún peor, de la caída de los salarios y de la mejora del superávit comercial como consecuencia de la caída de las importaciones.
El tipo de cambio devaluado, la enorme capacidad ociosa y los millones de trabajadores desocupados, crearon condiciones extraordinarias no para los trabajadores y el pueblo pobre, sino para las ganancias capitalistas. Como subproducto no de la devaluación, que resultó aún más catastrófica para los trabajadores, sino de la relación de fuerzas entre las clases –teniendo en cuenta que la movilización en las calles había echado al gobierno de De la Rúa- comenzó una lenta mejora de la situación salarial. Recién en el año 2007 (esto es seis años después del estallido), el salario promedio había recuperado los ya muy bajos niveles de 2001, mientras los propietarios del capital, como acostumbra decir la presidenta argentina, se la llevaban en pala.
Pero si esta situación no tiene nada de maravilloso, la de Grecia ni siquiera es comparable con aquel momento. La economía argentina fue beneficiada por aquellos años por un ciclo económico mundial favorable y el incremento extraordinario del precio de las materias primas. Siendo Argentina un gran exportador de materias primas y en particular de soja y sus derivados. La crisis griega se produce en el contexto de la crisis mundial iniciada en 2008 y del estancamiento de Europa y la Eurozona en particular. Grecia, cuyas fuentes de ingresos están asociadas fundamentalmente a la producción de barcos y al turismo, no tiene ninguna ventaja comparativa. Argentina, aún en situación de convertibilidad, mantenía su propia moneda y tenía una cierta autonomía monetaria que le permitió devaluar en forma relativamente controlada, la economía griega funciona en euros, es como si la economía argentina hubiera estado directamente dolarizada. Además, una eventual salida de Grecia del euro sería sentida muy probablemente como una "derrota" (de hecho nadie quiere salir del euro, y con ese programa Syriza ganó las elecciones).
En definitiva, en las condiciones actuales y con el programa de Syriza que como ha demostrado no tiene intención de tocar los grandes intereses capitalistas sino que por el contrario y como lo han dicho una y mil veces, busca “salvar al capitalismo de sí mismo”, la salida de euro se transformaría en otra catástrofe similar a la permanencia. En realidad sólo puede pensarse una salida real para los trabajadores y el pueblo griego si está asociada a medidas tan urgentes y necesarias como la ruptura de las negociaciones con la Troika para empezar a imponer un plan de emergencia que incluya el no pago de la deuda, la nacionalización del comercio exterior y de la banca sin indemnización. Así como la cancelación de todas las privatizaciones e impuestos indirectos a la población y el establecimiento de impuestos progresivos al gran capital. Expropiación de todos los bienes y activos de los grandes capitales griegos extranjeros y la imposición del control obrero en las principales empresas e industrias. Todas estas medidas, en el camino de recuperar la enorme pérdida de los salarios y pensiones así como de reincorporar a todos los trabajadores desocupados. Por supuesto estas no son medidas “técnicas” sino que poseen un fuerte componente político. Sólo podrán llevarse a cabo si se organiza la más amplia solidaridad internacional con los trabajadores griegos. Los sindicatos europeos tienen que romper su colaboración con los partidos y gobiernos imperialistas y llamar a la movilización en los diversos países en apoyo del pueblo griego. Las fuerzas de la izquierda Europea, como Podemos, que gobiernan en coaliciones en ciudades como Madrid y Barcelona, tienen que poner todo su poder de convocatoria para impulsar una gran movilización de masas, llenando las plazas y las calles en apoyo al pueblo griego y exigiendo en primer lugar la cancelación unilateral de la deuda de sus propios países imperialistas.